(Autora. Dulce Nathaly Mérida) A pesar de que el partido opositor había logrado movilizar a muchos en regiones históricamente despolitizadas, las primeras señales de manipulación aparecieron el 27
de enero, cuando el Tribunal Supremo de Justicia inhabilitó a María Corina Machado, la
candidata más popular. A partir de entonces, se intensificaron los arrestos de figuras
clave de la oposición, en un claro intento de debilitar al movimiento opositor.Esta
represión no logró disuadir a la población, que siguió participando con esperanzas de
cambio. Sin embargo, este contexto generó una atmósfera de incertidumbre y
desesperanza, mientras los venezolanos anhelaban un futuro diferente ante una crisis
económica y social sin precedentes.
Elecciones y actas electorales
Las elecciones venezolanas del 28 de julio se realizaron en medio de numerosas
irregularidades, a pesar de los esfuerzos de la oposición por garantizar la transparencia
del proceso. Aunque hubo misiones de observación internacional y muchos ciudadanos
se ofrecieron como voluntarios en las mesas de votación, el partido opositor fue más allá
al crear una plataforma pública, resultadosconvzla.com, donde se podían consultar las
actas de cada centro electoral. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE)
proclamó a Nicolás Maduro como ganador con el 51.95% de los votos, un resultado
ampliamente cuestionado debido a las discrepancias con las actas publicadas en el sitio
web, lo que generó controversia sobre la legitimidad de los comicios.
El después de las elecciones
Tras la controvertida proclamación de la victoria de Maduro, las consecuencias se
hicieron sentir rápidamente. Uno de los efectos más notorios fue el incremento de la
violencia política, con el aumento de detenciones arbitrarias y desapariciones forzosas.
Las figuras más visibles de la oposición, activistas y ciudadanos comunes fueron blanco
de un régimen que utiliza la represión como herramienta para mantenerse en el poder.
El caso de María Oropeza, miembro de LOLA Venezuela, es solo uno de muchos
ejemplos de cómo el gobierno actúa contra aquellos que intentan denunciar las
injusticias del sistema. Estos actos no solo vulneran los derechos humanos, sino que
buscan silenciar cualquier disidencia en el país.
Paralelamente, Venezuela ha experimentado un aislamiento internacional aún mayor
tras las elecciones. El gobierno de Maduro expulsó a diplomáticos de países como
Panamá, Argentina, Chile, Perú, y otros que se negaron a reconocer su reelección. Este
aislamiento diplomático reduce aún más las oportunidades de Venezuela para
interactuar en el ámbito internacional, consolidando su estatus de paria global. Al
mismo tiempo, el gobierno ha endurecido las limitaciones al acceso a redes sociales y a
la difusión de información, cortando vías críticas de comunicación entre la sociedad civil y el exterior. Estas medidas, junto con la represión, buscan sofocar cualquier forma de
resistencia interna.
Además del aislamiento diplomático, las consecuencias económicas y sociales han
empeorado. Las aerolíneas internacionales que aún operaban en Venezuela han
suspendido vuelos a países que no reconocieron a Maduro, dificultando el acceso y
salida del país. Esta situación ha agravado la crisis migratoria, ya que muchos
venezolanos que buscan huir del régimen se encuentran atrapados debido a la falta de
vuelos y las restricciones impuestas.
Finalmente, la crisis migratoria, que ya era una realidad evidente en Venezuela, se ha
intensificado desde las elecciones debido a los factores previamente mencionados. Esto
no solo afecta a los venezolanos que intentan escapar del país sin éxito, sino también a
sus familiares que permanecen en Venezuela y enfrentan dificultades para recibir apoyo
económico del exterior, debido a las severas restricciones impuestas al sistema bancario
y a las limitadas opciones de transferencia de fondos.
Conclusión
El futuro de Venezuela sigue siendo incierto. A medida que el régimen de Nicolás
Maduro continúa afianzándose mediante la represión y la manipulación de las
instituciones, el debilitamiento de la oposición y el desgaste del ánimo social juegan un
papel crucial en la consolidación del poder. Las detenciones arbitrarias, el control de los
medios de comunicación y la creciente violencia política han erosionado
significativamente la capacidad de la oposición para desafiar al régimen de manera
efectiva.
El panorama para los próximos meses será decisivo para Venezuela. Con una oposición
debilitada y una sociedad cada vez más desmoralizada, el régimen de Maduro parece
consolidarse aún más. Sin embargo, el contexto regional y la dinámica interna del país
seguirán jugando un rol clave en la evolución de esta situación, donde cualquier cambio
significativo dependerá de la capacidad de la oposición para reorganizarse y de la
presión internacional para influir de manera efectiva, evitando que Venezuela caiga aún
más en el aislamiento o fortalezca sus alianzas con potencias que refuerzan el
autoritarismo.