Una transición a medias

Universidad Francisco Marroquín, Guatemala
El próximo 14 de enero de 2023, el nuevo gobierno guatemalteco liderado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, de corte progresista, finalmente podrá tomar posesión. Pese a la incertidumbre generada los meses previos a la toma de posesión, particularmente por los casos judiciales en los que se ha envuelto al partido del presidente electo, Movimiento Semilla, y la persecución que han sufrido el propio Tribunal Supremo Electoral (TSE), por parte del Ministerio Público (MP), la transición es inminente.

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Esto se debe a que el pasado diciembre de 2023 la Corte de Constitucionalidad (CC) emitió un fallo histórico en el que ordenaba que, independientemente de los procesos legales en los que se ha involucrado a Semilla y los cuestionamientos sobre el proceso electoral, todos los funcionarios electos debían tomar posesión, dado que los resultados electorales ya habían sido oficializados. Ahora bien, este cúmulo de acciones obstaculizaron el proceso de transición y provocaron que la mayor parte de las negociaciones se llevaran a puerta cerrada, generando dudas sobre la transparencia del mismo.

Desde que finalizó la segunda vuelta electoral el pasado 20 de agosto de 2023, el cual le dio la victoria al partido Movimiento Semilla, el proyecto político ha sido blanco de una serie de investigaciones y acusaciones, cuyo objetivo era evitar la llegada al poder de Bernardo Arévalo, particularmente por parte del MP. Estas investigaciones decantaron en una serie de protestas y movilizaciones, impulsadas por el movimiento indígena, que paralizaron el país, en las que demandaban la renuncia de la actual fiscal general, dado que se considera que está intentando evitar la transición de poder. Consecuentemente, a pesar de que al inicio la intención del actual presidente, Alejandro Giammattei, era entregar el mando, esta promesa parecía cada vez más lejana con el paso de las semanas. Así pues, ambos equipos de transición únicamente fueron tensando la relación.

Este marcado distanciamiento entre los equipos de transición no solo dificultó la comunicación entre el gobierno saliente y el entrante, sino que también generó un excesivo hermetismo dentro del equipo de Arévalo. Es más, incluso la propia bancada electa ha manifestado en varias ocasiones que desconoce muchos de los procedimientos llevados a cabo. Esta actitud ha generado dudas entre la población, ya que a pesar de que una de las promesas de campaña de Semilla era la apertura a la fiscalización ciudadana y la rendición de cuentas, este comportamiento resulta ser todo lo contrario. Adicionalmente, varios medios y actores de la sociedad civil han interpretado este silencio como una señal de falta de preparación por parte del gobierno entrante, lo cual únicamente se ha sumado a la preocupación del período gubernamental por venir.

Otro hecho que ha marcado este período de transición es el secretismo en torno a la conformación del gabinete de gobierno. Evidentemente, la victoria en las urnas para Movimiento Semilla fue una sorpresa, tanto para los electores, como para el propio partido, por lo que no cabe duda de que carecían de candidatos para formar parte de su gobierno. No obstante, pese a estar a menos de un mes del inicio de su período, aún se desconoce la mayoría de los actores que liderarán los diferentes ministerios y secretarias. Ahora bien, de los nombres que se conocen parece ser que muchos son reciclados de gobiernos anteriores, lo cual, nuevamente, es contrario a su promesa de campaña de alejarse de la vieja política. Por lo tanto, se podría considerar que este es otro punto en contra de la inicial popularidad del proyecto político y de las promesas con las que atrajeron tantos simpatizantes.

Teniendo claro el panorama de cómo el proceso de transición estuvo marcado por el hermetismo y la incertidumbre, merece la pena hacer algunas anotaciones sobre cómo se espera que sea el primer año de lo que prometen ser “el regreso de la primavera democrática”. En primer lugar, cabe mencionar que el partido Semilla siempre se ha caracterizado por ser un partido antisistema, por lo que su paso por la política se puede resumir en un mensaje de “ellos contra nosotros”. No obstante, ahora que ellos son el oficialismo, esta narrativa les ha dificultado su capacidad de negociación con otros partidos, lo cual es sumamente peligroso, dado que Semilla carece de una mayoría en el Congreso. Por ende, se podría esperar una disputa entre el legislativo y el ejecutivo desde el inicio, lo cual dejaría al gobierno en una situación de estancamiento. Es decir, al no contar con un apoyo claro dentro del legislativo, no será posible que Arévalo pueda avanzar en su programa de gobierno, un escenario que podría generar descontento entre la población.

Asimismo, ante la falta de apoyo dentro de los cuadros políticos, ya se han mostrado varios ejemplos de cómo el gobierno de Semilla buscará un mayor acercamiento con grupos que tradicionalmente habían sido excluidos de la política, como el movimiento indígena. Estas acciones han causado preocupación, dado que la mayoría de estas agrupaciones son vistas con escepticismo por parte de los sectores más tradicionalistas del país, particularmente el sector privado. Por lo tanto, es evidente que este sea otro factor que obstaculizará la puesta en marcha del gobierno de Arévalo, principalmente porque gran parte de la fuerza económica guatemalteca está impulsada por el sector empresarial privado.

Un último elemento que se debe tomar en cuenta es la posibilidad de la continuidad del gobierno actual. Esto se debe a que la mayor parte de los aliados del oficialismo de Giammattei continuarán ejerciendo puestos importantes dentro del gobierno. Por ejemplo, la mayor parte del Congreso estará controlado por el actual oficialismo, por lo que se prevé que generen una dinámica de oposición interna para dejar mal parado al gobierno entrante. Asimismo, las instituciones judiciales, como el MP, la CC y la CSJ, seguirán bajo el paraguas del poder actual, lo cual supondrá un desafío para la consolidación de una verdadera transición. Por último, otro factor que será problemático para el gobierno de Arévalo tiene que ver con el presupuesto gubernamental aprobado el año pasado, ya que, de cierta manera, ata de manos al ejecutivo para concretar muchos proyectos. En otras palabras, este proyecto, que en varias ocasiones ha sido señalado de ilegal y poco técnico, es otra estampa del gobierno de Giammattei que dificultará a la administración entrante.

Evidentemente, tanto el proceso de transición, como el primer año del gobierno de Movimiento Semilla con Bernardo Arévalo no será nada fácil. No obstante, también existe un amplio margen para recuperar la institucionalidad y la imagen internacional del país que se ha perdido en los últimos meses. Por ello, es importante que la nueva administración muestre una alta habilidad de negociación, de manera que ejerza como un ente conciliador entre los diferentes sectores del país.

Autores:
Analista política del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales EPRI – Universidad Francisco Marroquín, Guatemala…

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