1-. el correísmo quedó lejos del 40% al que aspiraba para eludir el balotaje
2-. pasó a segunda vuelta un candidato inesperado, Noboa (ADN).
Las encuestas para este domingo muestran el favoritismo de Noboa si bien con González en ascenso. Tres dan la ventaja al candidato de la alianza ADN:
-. Comunicaliza lo ubica 5 puntos sobre la candidata del correísmo.
-. Telcodata y Negocios y Estrategias declaran un empate técnico en sus mediciones, con pocas décimas de diferencia.
-. La última encuesta de Maluk Research pone a Noboa dos puntos por debajo de González, cuando en su medición previa, la intención de voto era la contraria.
Se trata de unas elecciones atípicas por diversas razones:
1-. Se elige un presidente para acabar el mandato de Lasso (2021-25) por lo que quien resulte electo solo gobernará hasta 2025, un año y medio.
Ecuador llevó a cabo el pasado 20 de agosto la primera vuelta de las elecciones generales (presidencial y legislativa). Estas se adelantaron debido a la utilización por parte del Presidente Guillermo Lasso del mecanismo constitucional conocido como “muerte cruzada”, implementado para evitar un juicio político que podría haberlo destituido.
En esa batalla electoral, ocho binomios compitieron por la presidencia. La atención se centró en determinar si estas elecciones de 2023 serían un reflejo de las de 2021; es decir, si el correísmo, liderado por la exasambleísta Luisa González de Revolución Ciudadana, lograba conquistar la presidencia en una o dos vueltas, o si el “anticorreísmo” se impondría nuevamente en las urnas como en 2021.
Entre los demás candidatos, destacaron en las encuestas Jan Topic (“bukelista”), Otto Sonnenholzner (centroderecha), Yaku Pérez (indígena), quien finalizó tercero en 2021, y Xavier Huertas (centro), con porcentajes de intención de votos que variaban de encuesta a encuesta.
En medio de la polarización correísmo vs anticorreísmo, estos candidatos eran un fiel reflejo de las principales preocupaciones de la ciudadanía dentro de un espectro ideológico que se encontraba muy fracturado.
Los dos nombres propios que protagonizaron la última semana no partían como favoritos para alcanzar el balotaje: ni Fernando Villavicencio ni Daniel Noboa.
Las elecciones de 20 de agosto mostraron que el correísmo es el movimiento político más fuerte del país que congrega a más de un tercio del electorado de la nación andina. Sin embargo, todo apunta que su suelo y su techo electoral es muy similar. El objetivo de ganar en primera vuelta y llegar al 40% que buscaba el correísmo no se cumplió.
La sorpresa fue que Daniel Noboa pasara a segunda vuelta con el 23%, a diez puntos de la candidata correísta: el hijo del caudillo populista de derecha Álvaro Noboa -cuatro veces candidato presidencial fracasado- triunfó por su capacidad de articular un mensaje creíble, encarnar la imagen de alguien joven y ajeno a la política tradicional con habilidad para manejarse en redes y llegar a los nuevos votantes.
Daniel Noboa representaba la imagen joven (35 años) y nueva vinculada a las redes sociales del viejo “noboismo” que desde los 90 liderada el empresario y multimillonario Álvaro Noboa, cinco veces candidato presidencial y padre de Daniel. Noboa ha modernizado el noboismo y ha hablado más en sus mensajes en redes sociales de uno de los problemas que más preocupa a los votantes como es la falta de empleo. Según este candidato solo es posible proporcionar seguridad en el país si se estimula la creación de trabajo y se ofrecen alternativas que permitan disminuir las tasas de violencia. «Trabajo con seguridad» ha sido uno de sus mantras durante la campaña.
Hubo otro fenómeno que fue el de una parte del electorado que votó por el sustituto de Villavicencio, Christian Zurita, en lo que se conoció como “efecto duelo”: una parte del electorado, conmocionado por lo ocurrido, mostró su solidaridad con Villavicencio votando por Zurita que se transformó en el tercero más votado.
2-. El margen de acción de futuro mandatario ser doblemente limitado. Por el tema temporal -pronto empezará un precampaña y campaña para 2025- y porque deberá gobernar con un legislativo fragmentado, polarizado y sin capacidad e llegar a acuerdos de estado.
El futuro gobernante va a tener que convivir con una Asamblea de 137 escaños sin mayorías, fragmentada y polarizada:
El movimiento correísta Revolución Ciudadana se llevó la bancada más grande con más de 48 asambleístas, lo que no le alcanza para ser mayoría, pues necesitaba al menos 71 escaños para llegar a la mitad más uno.
En segundo lugar, estará la bancada de Construye, el movimiento que promovía la candidatura del fallecido Fernando Villavicencio, con un mínimo de 28 legisladores.
En los siguientes puestos estarán el Partido Social Cristiano (PSC) y sus aliados, que consiguió por ahora 14 curules, y la alianza ADN, del candidato Daniel Noboa, con 13 escaños. El quinto lugar se lo lleva la alianza Actuemos, que respaldó a Otto Sonnenholzner, con siete asambleístas.
Después de ellos, quedan ya las minorías y los representantes de movimientos locales. Dos fuerzas que parecían en ascenso en 2021 ha decaído en 2023: En las elecciones de 2021, Pachakutik y la ID obtuvieron importantes bancadas. Pachakutik llegó con 27 legisladores, ahora tiene 5, y la ID, con 18 y ahora ninguno.
Además de la fragmentación, el nuevo ejecutivo solo cuenta con un año y medio de gobierno (2024-25) para completar el periodo de Lasso pero en realidad es un tiempo aún menor dado que siempre llega pronto la precampaña y la campaña cuya dinámica recorta los margen de acción de los gobiernos.
La segunda vuelta del 15 octubre representa el “nuevo normal” electoral -vigente desde 2006- entre el correísmo ahora liderado por Luisa González frente a un Daniel Noboa que está tratando de agrupar todo el voto anti-correísta.
El correísmo llega fortalecido: tiene a su favor las 48 alcaldías que consiguió en las elecciones regionales de febrero, incluidas las ciudades más grandes del país, Quito y Guayaquil. Además, captaron un importante espacio con las prefecturas que lideran las provincias.
Si bien González fue la más votada en primera vuelta (33%) la dividida derecha y centroderecha se ha agrupado frente a la posibilidad de una victoria correísta, una fuerza que parece tener un alto suelo electoral (un tercio del electorado) que, sin embargo, se encuentra muy cercano a su techo electoral.
Como señala Simón Pachano, “si nos atenemos a esas experiencias, podremos suponer que la confrontación será muy fuerte, ya que está otra vez sobre la mesa la disyuntiva entre correísmo y anticorreísmo. Esa es una disputa que va más allá de la voluntad de las personas, en particular del candidato sorpresa que ha dicho con insistencia que quiere evitarlo. En pocos días quedará claro que es imposible soslayarlo, porque el correísmo constituye un fenómeno político-social arraigado en una parte importante de la sociedad”.
3-. Los graves problemas pospuestos hasta 2025
Estos comicios mostraron como el país atraviesa por una gravísima crisis de seguridad. Lo evidenciaron dos asesinatos políticos: el del alcalde de Manta, Agustín Intriago, y, sobre todo, el del candidato presidencial Fernando Villavicencio que ocupaba un lugar destacado en las diversas encuestas.
El asesinato de Villavicencio se puede interpretar como un mensaje de los cárteles y el crimen organizado. Un mensaje al Estado al que demostró su capacidad de alcanzar los objetivos que se proponga y a la clase política a la que transmitía la idea de que retar a las mafias tiene consecuencias y que las mafias son capaces de marcar y condicionar la agenda. Villavicencio ponía el foco en «las mafias políticas que están vinculadas al narco y a estructuras delictivas de minería ilegal, y también estructuras corruptas en el sector público».
Estos hechos que no hacen sino evidenciar el aumento de la violencia, los crímenes violentos relacionados con el narcotráfico y con los grupos de crimen organizado que se duplicaron en 2022 respecto al año anterior, como recoge Freedom House. De hecho, se contabilizaron 2.327 homicidios más, un incremento del 93,2% hasta alcanzar el total de 4.823, según informa el INEC.
Como apunta el analista Simón Pachano, “el asesinato de Fernando Villavicencio acelera el tránsito de Ecuador hacia un Estado fallido. El camino hacia ese destino pasa por la transformación, aun más rápida, en un narco-Estado. Colombia pasó por esta etapa y México la está viviendo mientras su balbuceante presidente sostiene que no se debe hurgar en el ovillo producto del entrelazamiento de la política con los carteles narcos. El atentado tiene todas las características de ese oscuro maridaje. Es un crimen político y a la vez es un producto del crimen organizado transnacional. Esto hace más compleja la investigación y la identificación de los autores intelectuales, que debería ser el principal objetivo del país en este momento. Hacia allá deben enfocarse los esfuerzos, sin estancarse en los autores materiales, que en estos casos son piezas desechables”.
La debilidad del estado se ha hecho evidente cuando fueron asesinados en la cárcel los detenidos por el crimen de Villavicencio, lo que conllevó una purga dentro de las fuerzas de seguridad del estado.
Además de la crisis de seguridad, Ecuador vive desde mediados de la década pasada por un periodo de lento crecimiento que ha incrementado el malestar social.
Gracias a un contexto económico internacional favorable, por la elevación de los precios del petróleo, y a la estabilidad de la dolarización el proyecto de Correa, la llamada Revolución Ciudadana, se consolidó entre 2007 y 2015.
La disponibilidad de recursos y la baja presión inflacionaria, constituyeron una oportunidad –que el gobierno aprovechó para establecer el modelo de economía de fuerte presencia estatal. Su manifestación más clara fue el incremento del gasto público, destinado a obras de infraestructura (especialmente mejoramiento de carreteras), a bonos y subsidios condicionados, así como al aumento del empleo en el sector público.
Durante sus primeros siete años de mandato, Ecuador creció un 4,2 % de media y más de 1,1 millones de habitantes salieron de la pobreza.
Estas condiciones permitieron al gobierno impulsar las reformas dirigidas a la instauración de un nuevo orden legal e institucional, que se concretó en la Constitución de 2008 y leyes orgánicas que alumbraron una nueva institucionalidad. En conjunto, esas acciones conformaron un sistema político caracterizado por el fortalecimiento del ejecutivo y el debilitamiento del legislativo.
A partir de 2015, sin embargo, la economía ecuatoriana perdió su velocidad de crucero en una progresiva ralentización hasta caer en la crisis en 2016. La causa principal fue que se ha visto afectada por la reducción de los precios del petróleo y la revalorización del dólar que frenó las exportaciones.
El petróleo es el primer producto de exportación, aunque su participación en el total ha experimentado un importante descenso en los últimos años por la caída de precios del petróleo. En 2016 representó un 30% de lo exportado, mientras que entre 2007 y 2014 las exportaciones de petróleo suponían más del 50% de las exportaciones del país muy por encima de las remesas de los emigrantes que constituyen la segunda fuente de ingresos de divisas. Según el Banco Central, en 2007 las remesas alcanzaron la cifra récord de 3.335 millones de dólares. En 2015 ascendieron a 2.378 millones de dólares.
El postcorreísmo, que abarca dos gobiernos, el de Lenin Moreno (2017-2021) y el de Guillermo Lasso (2021-2023), ha estado marcado por la fuerte desaceleración económica, la crisis institucional y el empeoramiento de la seguridad ciudadana sobre todo por el aumento de la presencia del crimen organizado y la crisis carcelaria.
Desde 2013 el país no ha crecido por encima del 4% (salvo en 2021 por el efecto rebote tras la crisis pandémica).
En el terreno político, los dos gobiernos que han sucedido al de Correa han sido de carácter anticorreista. Las enmiendas constitucionales de 2017 incluyeron una disposición transitoria que impedía postular en 2017 a quienes han ejercido el cargo por dos períodos consecutivos, como era el caso de Rafael Correa.
El 19 de febrero de 2017 Ecuador celebró comicios. Los candidatos presidenciales más votados fueron el oficialista (correísta) Lenín Moreno y el conservador Guillermo Lasso, del movimiento Creando Oportunidades (CREO), quienes disputaron una reñida segunda vuelta el 2 de abril, en la que el escrutinio dio la victoria a Moreno, con el 51,15 % de los votos frente al 48,85 % de Lasso.
Moreno, que rápidamente rompió con Correa quien se marchó fuera del país, encontró serios problemas para sostenerse en el poder. Logró acabar su mandato pese a que el estallido social de 2019 casi termina con su caída: incluso le obligó a huir momentáneamente de la capital a Guayaquil.
Una protesta social que traslucía la desafección hacia la acción del gobierno y por una economía en ralentización… Un deterioro económico que produjo un aumento de la pobreza y una caída de las expectativas de mejora social.
En el actual contexto, según el Banco Santander “lo más urgente es que el Presupuesto del Estado no tiene fuentes suficientes de financiamiento para 2024. Lo anterior, en un escenario en el que se prevé que el déficit de recursos sea de entre USD 3.500 millones y USD 4.700 millones. Según Santander, esto obligaría al siguiente mandatario a buscar mecanismos para no ejecutar el cierre del campo petrolero Yasuní, dispuesto tras la consulta popular de agosto de 2023. Además, la complicada situación del Presupuesto también obligaría al siguiente presidente a buscar financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), dice el banco de inversión español. El elemento que provocaría un impacto positivo en la confianza de los inversores sería que el nuevo gobierno tenga un «compromiso de reducir los subsidios distorsionadores» al las gasolinas, y las infladas nóminas públicas, dice Santander. «Sin embargo, el escenario más realista, bajo las limitaciones políticas, incluiría una reforma de inversiones menos controvertida o tal vez incluso una reforma laboral».
4-. Es la elección de los protagonistas ausentes: Lasso y Correa.
Ha sido una elección donde la sombra de los grandes ausentes ha gravitado sobre los comicios:
En primer lugar el presiente Lasso porque renunció a competir y ha estado gestionando en estos meses la crisis de seguridad.
En segundo lugar, como en 2017 y 2021, la figura de Rafael Correa ha estado muy presente. Por su cercanía a Luis González quien ha asegurado que de ganar él será uno de sus consejeros. Porque en realidad el electorado está dividido entre correísmo y anticorreísmo.
Y sobre todo porque una victoria del correísmo abriría la puerta al regreso de Correa en 2025. El exmandatario, que vive exiliado en Bruselas, fue condenado en 2020 a una pena de ocho años de cárcel luego de que un tribunal lo declarara culpable del delito de cohecho en el denominado Caso Sobornos 2012-2016. Al expresidente, exiliado en Bélgica desde 2017, le fue concedido el asilo político en ese país. Sin embargo, poco después la Corte Nacional de Justicia ecuatoriana anunció que solicitó formalmente la extradición del exmandatario.
Conclusiones
Todo apunta a una segunda vuelta en Ecuador muy ajustada: la distancia entre ambos candidatos se acortó y si se mantiene la tendencia, se llegará al empate técnico.
Un resultado estrecho podría levantar las dudas acerca de la limpieza de la elección y el problema quedará en manos del Consejo Nacional Electoral. Solo un resultado contundente evitaría las sospechas de fraude y manipulación. El electorado va a votar por el mal menor en medio de la pugna correísmo-anticorreísmo que ha venido marcando a todas las elecciones desde 2007.
El próximo gobernante tendrá que enfrentar una compleja situación económica y de seguridad con poco tiempo y poco margen de acción.
Enfrentar un déficit fiscal que al cierre de este año llegará a los 5.000 millones de dólares, que significan casi un 4% del PIB. Esto se traducirá en que el Gobierno saliente deje a su sucesor una gran cantidad de atrasos en los pagos, y que el entrante use al Banco Central como prestamista. Un Banco Central que proyecta que en el 2024 la economía ecuatoriana solo crecerá un 0,8%.
Las opciones del próximo Gobierno en lo fiscal son reducidas. El actual Gobierno cerró un tratado con el Fondo Monetario Internacional por 6.500 millones de dólares de 2020 a 2022. Desde entonces no ha habido nuevos acercamientos con el FMI y para un gobierno que durará apenas 16 meses será difícil obtener nuevos créditos. Las medidas que proponen varios expertos tienen que ver con tocar el subsidio del combustible, en el que el país invierte 3.500 millones de dólares, casi el mismo valor que se destina a salud y educación, como también subir el IVA. Cualquiera de estas opciones es demasiado impopular para un nuevo gobierno tan corto de tiempo.
El otro desafío es el de la seguridad: en los últimos años, sin embargo, la localización estratégica de Ecuador -con una amplia costa sobre el Pacífico- y la dolarización de la economía convirtieron el país en un territorio apetecido por las mafias mexicanas y colombianas. Desde las cárceles superpobladas del país, las bandas fueron ganando poder y organización para hacer crecer una violencia que hoy somete a los ecuatorianos a cifras nunca vistas.
En lo que va de año se han registrado 5.320 crímenes violentos, 2022 ya había cerrado con la cifra más alta en la historia (4.600), el doble que en 2021. Al ritmo actual, para finales de este año podría alcanzar una tasa de criminalidad de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que colocaría a Ecuador entre los países más violentos del mundo.
El ganador tendrá un periodo corto para resolver la crisis de seguridad en aumento que vive un Ecuador que entre 2016 y 2022, ha visto como la tasa de homicidios se disparó en casi un 500%.
Ambos candidatos proponen “mano dura” contra la delincuencia. Daniel Noboa busca reforzar el sistema judicial y adiestrar a la policía en resolución de conflictos, su plan de seguridad “Fénix”, que incluye profundas reformas en el frente de la seguridad, cárceles barcazas de máxima seguridad y la expansión de la autoridad militar. Aunque el plan no es nuevo, el candidato ha insistido en el uso de las imágenes militares para promoverlo y ha evocado las medidas restrictivas en materia de seguridad usadas por algunos líderes de línea dura de la región, como el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
Luisa González se inclina por «establecer un nuevo modelo de seguridad ciudadana, basado en la prevención, la reducción de la violencia y la convivencia pacífica». González plantea fortalecer el sistema integrado de seguridad Ecu 911 y propone mano dura contra la delincuencia. Entre otras propuestas, está el fortalecimiento de la aplicación de la ley y la justicia penal para mejorar la capacidad de investigación, recolección de pruebas y persecución de delincuentes. Además, busca promover la cooperación entre dependencias para la prevención y combate del crimen organizado.