Bernardo Arévalo: ¿una nueva primavera o una crisis de gobernabilidad?

Universidad Francisco Marroquín, Guatemala
La victoria de Bernardo Arévalo (socialdemócrata), candidato por el partido Movimiento Semilla, ha sido una sorpresa para todos, ya que en las encuestas de opinión publicadas antes de la primera vuelta electoral ni siquiera lo posicionaban entre los candidatos punteros.

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Finalmente, el proceso electoral 2023 en Guatemala ha llegado a su fin. Unos comicios que, desde el inicio, estuvieron marcados por la incertidumbre en cuanto a la integridad en las acciones de las instituciones políticas y electorales del país; que generaron dudas sobre si habría alternancia en el poder o si la situación se acercaba cada vez más a un autoritarismo competitivo; y que, por momentos, llevaron a cuestionar la estabilidad democrática del país. No obstante, ahora, después de una segunda vuelta electoral exitosa, el sistema democrático guatemalteco ha demostrado nuevamente su capacidad de resiliencia y ha otorgado el poder a un partido que hace 4 años únicamente contaba con siete diputados en el Congreso.

La victoria de Bernardo Arévalo (socialdemócrata), candidato por el partido Movimiento Semilla, ha sido una sorpresa para todos, ya que en las encuestas de opinión publicadas antes de la primera vuelta electoral ni siquiera lo posicionaban entre los candidatos punteros. Sin embargo, al observar el tipo de voto que recibió, en su mayoría un voto joven y urbano, y analizar los elementos que construyen la narrativa alrededor de la cual orquestaron su campaña política, es fácil entender la remontada electoral que tuvo en primera vuelta y la victoria aplastante que le aseguró la silla Presidencial. Ahora bien, a pesar de que su victoria ha sido celebrada por muchos, dado que su llegada al poder representa un distanciamiento con la política tradicional del país, al observar el panorama en el que va a tener que emplear su juego político surgen muchas dudas sobre el grado de gobernabilidad que pueda alcanzar. Por ello, merece la pena reflexionar, de forma objetiva, sobre los retos a los que el ejecutivo se tendrá que enfrentar y los escenarios que se puedan plantear.

¿Una nueva primavera o un mar de expectativas sin respuesta?

El primer aspecto que merece ser mencionado tiene que ver con el tipo de voto que le dio la victoria a Arévalo. Movimiento Semilla es un partido que se construye a partir de una desafección con la clase política tradicional, dado que surge de la crisis del 2015, cuando los guatemaltecos, mediante una jornada de manifestaciones, consiguieron la renuncia del entonces presidente por un escándalo de corrupción. Consecuentemente, desde ese momento la insignia representativa del partido ha sido la anticorrupción. Por ello, después de su primera participación en las elecciones del 2019, en donde obtuvieron 7 curules en el Congreso, se han posicionado como un bloque de oposición fuerte y consolidado. De esta manera, a lo largo de la última legislatura, Semilla no solo ha conseguido fortalecer su narrativa en contra del status quo dentro del hemiciclo, sino que también se ha convertido en una de las pocas fuerzas políticas abiertamente de izquierda en el sistema.

Así pues, tomando en cuenta que esta es una organización política de izquierda progresista y, de acuerdo a las encuestas, únicamente el 7 % de la población se identifica con esa ideología política, surgen muchas dudas sobre los motivos que impulsaron su remontada electoral en las elecciones 2023. En gran parte, este fenómeno se podría resumir en que los votos recibidos por el candidato no responden a cuestiones ideológicas, sino que son un voto de castigo a la élite política del país. Dicho de otra manera, la elección no era entre derecha o izquierda, sino que en realidad estaba entre status quo vs. cambio, particularmente si se acepta que una de las mayores preocupaciones de los electores es la corrupción del Estado.

Habiendo dicho esto, es importante analizar las implicaciones que podría tener este voto no ideologizado para la estabilidad del país. En primer lugar, debido a que la mayor parte de los votantes no comparten las ideas troncales del partido, esto se podría traducir en una mayor fiscalización por parte de los ciudadanos, dado que estos van a demandar menos discursos y más acciones. No obstante, el riesgo con esta variable es que, los ciudadanos al tener las expectativas tan altas sobre la gestión de este gobierno, si las autoridades no cumplen con ellas la situación se podría volver inestable y de mucha conflictividad social. Al mismo tiempo, el hecho de que gran parte de la sociedad no comparta la ideología del partido, supondrá un obstáculo importante para el desarrollo de políticas públicas coherentes y que se sostengan en el tiempo.

De esta manera, en el sector de la sociedad civil, Arévalo tendrá que hacer frente a dichas expectativas, tomando una posición conciliadora entre las diferentes partes del gobierno, de manera que se puedan evitar los riesgos de una desafección generalizada. Al mismo tiempo, uno de los grandes retos que, tanto el partido, como el presidente, tendrán que enfrentar, se relaciona con la moderación de sus posiciones ideológicas con el fin de construir puentes de comunicación con los diferentes sectores de la sociedad, particularmente el sector privado que se ha mostrado reticente en cuanto a su plan de gobierno, con el objetivo de poder diseñar políticas que sean viables a largo plazo.

Un gobierno ingobernable

Otro frente que generará problemas para el gobierno de Arévalo tiene que ver con la conformación de la Administración Pública. Es evidente que para la mayor parte de las instituciones del gobierno la llegada de Semilla al poder supone una amenaza, ya que este partido siempre se ha posicionado como un outsider del sistema. Por ello, no cabe duda de que la formación de gobierno será una tarea difícil que se podría transformar en un estado de poca gobernabilidad. No obstante, para entender la complejidad de esta situación hay que tomar en cuenta varios factores.

En primer lugar, a pesar de que el partido político triplicará su cuota de poder en el Congreso durante la siguiente legislatura, este seguirá siendo una fuerza minoritaria frente a la actual alianza oficialista, lo cual ya plantea un primer problema para la aprobación de legislación clave para el ejecutivo. Adicionalmente, es importante mencionar que el partido todavía debe resolver el caso judicial en el que está inmerso en los próximos 4 meses, en donde se le acusa de falsificar firmas para cumplir con el requisito de afiliación para formar su partido político, lo cual pone en riesgo la continuidad del partido en el mapa político. Es más, si Semilla es cancelado, esto implicaría que sus diputados serían juramentados como “independientes”, una acción que eliminaría la oportunidad de que sus representantes formen parte de cualquier comisión del Congreso y la junta directiva. En pocas palabras, la poca o nula incidencia de los diputados de Arévalo en el Congreso, supondrá un obstáculo en la relación entre el ejecutivo y el legislativo, abriendo la posibilidad de que exista un bloqueo entre las ramas de gobierno.

Por último, para entender la complejidad a la que estará sometido el gobierno de Arévalo, es conveniente reflexionar sobre el esquema de la Administración Pública. En gran parte, los espacios políticos para generar dinámicas de gobernabilidad estarán limitados debido a la continuidad de varios cargos clave en el gobierno, particularmente la fiscal general del Ministerio Público y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, ya que estos han mostrado cierta lealtad al actual oficialismo. Consecuentemente, se prevé que existirán bloqueos institucionales para evitar la puesta en marcha del proyecto político.

A manera de conclusión, es evidente cómo los próximos meses serán clave para cimentar una transición de poder exitosa. Es más, desde la perspectiva de muchos sectores de la sociedad se ha manifestado que el gobierno de Semilla, en realidad, no representará una nueva primavera, como su discurso lo promueve, ya que encontrará muchos obstáculos por las redes de poder que existen en el actual sistema. Así pues, si el equipo de trabajo de Arévalo realmente tiene como objetivo retomar el curso político del país se verá en la necesidad de responder a cuestionamientos como: ¿pactará con las fuerzas políticas tradicionales del sistema, traicionando a su electorado y el discurso anticorrupción que lo ha llevado al poder, para conseguir cierto grado de gobernabilidad? o ¿será necesaria la radicalización y la movilización popular para lograr avanzar en su proyecto político?

Autores:
Analista política del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales EPRI – Universidad Francisco Marroquín, Guatemala…

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