Pasos críticos en la democracia guatemalteca

Universidad Francisco Marroquín, Guatemala
¿Cuáles son los desafíos y la incertidumbre que envuelven la democracia guatemalteca tras las recientes elecciones? Candidatos inesperados, intervención judicial y manifestaciones civiles crean un escenario crítico para el futuro del país. La segunda vuelta electoral se presenta como un momento decisivo para definir el rumbo democrático de Guatemala.

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Casi un mes después de que los guatemaltecos acudieron a las urnas para votar a las próximas autoridades políticas, los resultados electorales siguen siendo inciertos para muchos. Entre candidatos inesperados, intromisión de las Cortes del país en el proceso electoral y manifestaciones civiles, Guatemala está atravesando un momento crítico, tanto para su historia política, como para la supervivencia del sistema democrático. Es más, varios actores han afirmado que este momento es clave para determinar si el país podría sobrevivir una regresión democrática o no.

Guatemala cuenta con un sistema presidencialista, por lo que para poder obtener la silla presidencial es necesario que algún candidato obtenga un 50 % +1 de los votos. Sin embargo, el hecho de que más de 27 partidos hayan presentado una propuesta electoral, dificulta la votación y la segunda vuelta para la se ha convertido en la norma. Este hecho es clave, dado que, a pesar de que el proceso parecía viciado desde el inicio, con la prohibición de la participación de tres candidatos por temas administrativos, los resultados finales dieron mucho de que hablar. Desde un inicio, entre los tres candidatos punteros se posicionaban, Sandra Torres por el partido UNE (izquierda); Edmond Mulet por parte de la organización política CABAL (centroderecha); y el tercero vacilaba entre Manuel Conde de VAMOS (el partido oficialista) y Zury Ríos de la coalición Valor – Unionista (derecha), todos viejos conocidos en el ámbito político. No obstante, el día de los comicios electorales, 23 de junio 2023, un candidato de un partido de izquierda moderada que en las encuestas ni siquiera alcanzaba el 5 % de la intención de voto dio la sorpresa que ningún ciudadano esperaba. Este candidato sorpresa es Bernardo Arévalo, quien representa a Movimiento Semilla, un partido que se presenta como una opción diferente, contra la corrupción y alejada del status quo.

Finalizada la primera vuelta electoral, la noche del 25J apuntaba a que Sandra Torres y Bernardo Arévalo serían los participantes de la segunda vuelta, a pesar de que los resultados preliminares señalaban que el gran ganador era el voto nulo, el cual alcanzó un 17,40 %, lo cual es un claro síntoma del descontento de la población. Sin embargo, nadie anticipaba lo que sucedería en los próximos días.

Teniendo claro el panorama de la elección Presidencial, es importante hacer mención de los resultados de la Alcaldía para la Ciudad de Guatemala. En este caso, los dos candidatos más fuertes eran Ricardo Quiñónez por la coalición Valor – Unionista (actual alcalde) y Roberto González por la organización CREO. A manera que se iban publicando los resultados preliminares, las predicciones se iban cumpliendo, la competencia por el puesto sería muy reñida. En esta ocasión las encuestas sí acertaron, dado que, a pesar de que la diferencia de votos era de menos de 600 votos, Quiñonez había alcanzado la reelección, contra el pronóstico de la mayoría de los ciudadanos. No obstante, el hecho de que la diferencia fuera tan poca no solo generó dudas entre el círculo cercano de González, sino que también fue la mecha que encendió el fuego electoral.

Ante esta situación, la democracia guatemalteca recibió el primer golpe contundente, ya que el partido CREO cuestionó las actas en donde se encontraban contabilizados los votos. A raíz de esto, nueve partidos se sumaron a las denuncias y presentaron un amparo ante la Corte de Constitucionalidad (CC), dado que consideraban que no era razonable adjudicar los cargos si las Juntas Electorales Departamentales (JED) desconocían los vicios en las actas manuscritas y lo digitado. Así pues, la CC resolvió que todas las JED y los fiscales de los partidos se tendrían que reunir para realizar un proceso de verificación de actas y resolver las impugnaciones de las mismas.

Después de 4 días de revisión, cajas abiertas para revisar voto por voto, discusiones agitadas entre fiscales y, en algunos casos, casi 24 horas de trabajo, la verificación confirmó los resultados iniciales, Torres y Arévalo sí irían a la segunda vuelta y Quiñonez se quedaría en la Alcaldía.

Cuando parecía que todo volvía a la normalidad, la democracia guatemalteca fue atacada de forma nuevamente. Esta vez, el Ministerio Público (MP), la entidad encargada de realizar la persecución penal retiró la personalidad jurídica a Movimiento Semilla, partido por el que participa Arévalo, a días de la segunda vuelta electoral. Esto se debe a que sospechan de que el partido, cuando todavía era un comité en formación, compró y falsificó varias firmas de afiliación. No obstante, todas las instituciones, sectores sociales, agrupaciones de la sociedad civil y la propia ciudadanía rechazaron esta actuación, particularmente porque la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) prohíbe la cancelación de un partido cuando el proceso electoral ya ha iniciado. Consecuentemente, ante la presión social y la ilegalidad de la resolución, la CC emitió un fallo en el que le otorga un amparo al partido Semilla, de manera que pueda continuar con su participación.

Hasta el momento, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ya oficializó los resultados de la primera ronda y confirmó la celebración de la segunda el domingo 20 de agosto.

Este proceso electoral en Guatemala deja muchas lecciones, tanto para el país, como para le región. De cierta manera, se confirma la tendencia regional de la regresión democrática, ya que esta no ha caído de forma drástica, sino que los pequeños deslices, graduales, la han puesto en peligro. Siguiendo este mismo patrón, Guatemala ha mostrado varios síntomas de este proceso, como la cancelación de los partidos que representaban una oposición para el régimen, las Cortes fallando a favor del partido oficial y la poca transparencia en las resoluciones judiciales. Sin embargo, aunque la institucionalidad en el país es relativamente frágil, se ha demostrado la resiliencia de esta frente a las graves amenazas contra el sistema y los valores democráticos. Por ejemplo, las instituciones, particularmente el TSE y la CC, rechazaron públicamente las decisiones arbitrarias y perjudiciales para la voluntad popular, lo cual demuestra que el Estado de Derecho, aunque debilitado, todavía se mantiene.

Otro aspecto que es importante señalar, es el reflejo de la tendencia que se ha visto en los últimos procesos electorales a lo largo de la región latinoamericana, el voto de castigo. Es evidente que el éxito de Bernardo Arévalo y Movimiento Semilla es resultado del enorme descontento hacia la política tradicional y el orden establecido, principalmente porque los departamentos en donde han ganado la mayoría de los votos son urbanos. Por lo tanto, la población, sedienta por un cambio sistemático, ha optado por votar a un partido que parece estar alejado de la cúpula de poder y es crítico de la corrupción en el gobierno. Adicionalmente, cabe destacar que otro aspecto que diferencia a este partido es el hecho de que se presenta como un proyecto de partido a largo plazo y no como un vehículo electoral, lo cual es la norma en Guatemala.

Al agrupar todos estos factores, no debería de extrañar el descontento y sentimiento de hartazgo que la población organizada ha demostrado a lo largo de las manifestaciones pacíficas y los pronunciamientos públicos. Claramente, lo hacen como un símbolo de defensa de los valores y pilares democráticos. Ahora bien, a pesar de que ya se ha convocado la segunda vuelta electoral, muchos actores ya hablan de una calma tensa, dado que la expectativa, tanto de los electores, como de los candidatos, es muy alta sobre lo que podría pasar en lo que resta del período del actual gobierno.

Por lo tanto, para muchos guatemaltecos esta segunda votación ya no es una decisión ideológica o partidista. En realidad, es una elección entre la democracia y un regreso a un autoritarismo competitivo, el cual pondría en riesgo, tanto nuestros derechos fundamentales, como nuestras libertades.

Autores:
Analista política del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales EPRI – Universidad Francisco Marroquín, Guatemala…

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