Cuando todo indicaba que se habían superado numerosos obstáculos y se alcanzaba un nuevo acuerdo estratégico entre ambos bloques en julio 2019, llegó la pandemia y una nueva realidad sorprendió a todo el mundo. Los efectos de la pandemia aún los estamos transitando, y como si fuera poco, en febrero del año pasado Rusia, con Putin a la cabeza, desencadenó una trágica guerra contra Ucrania con consecuencias aún imprevistas. Sumado a ello, las disputas comerciales y por el manejo del poder entre EEUU y China, aún no encuentra un nuevo punto de equidistancia.
Tres son las áreas principales que comprende el acuerdo que negocian UE-MERCOSUR; diálogo político, contenidos económicos y comerciales y cooperación global. En la Reunión Ministerial Informal UE27-ALC en Berlín, en diciembre de 2020, ambos bloques discutieron el camino a seguir para la ratificación y entrada en vigor del Acuerdo el cual debe proporcionar beneficios económicos, sociales y también en materia de desarrollo sostenible (incluido el Acuerdo de París).
El acuerdo liberalizará ampliamente el comercio de mercancías. El Mercosur liberalizará por completo el 91 % de sus importaciones de la UE a lo largo de un período de transición de hasta diez años de duración respecto a la mayoría de los productos. Para algunos productos más sensibles del Mercosur, se reserva una liberalización lineal más larga, de hasta quince años. La UE liberalizará el 92 % de sus importaciones del Mercosur a lo largo de un período de transición de hasta diez años de duración. Respecto a las líneas arancelarias, el Mercosur liberalizará por completo el 91 % y la UE el 95 % de las líneas en sus respectivos cronogramas.
España podría ser el gran mediador cuando ocupe la Presidencia del Consejo de la UE en el segundo semestre de 2023
Suecia, actualmente presidiendo el Consejo de la UE, y recientemente se mostró confiada en dar un «empuje» considerable a las negociaciones para cerrar un acuerdo de libre comercio con los países del Mercosur. Dicho empuje sumado a la sinergia que pueda aportar España, durante el segundo semestre de 2023, podrían facilitar avances considerables, como por ejemplo disipar las disidencias francesas y austriacas sobre el acuerdo y avanzar hacia su aprobación. Cabe recordar que, una vez que se esté cerrada la versión final del tratado, se debe traducir a todas las lenguas de la UE, y el texto debe ser aprobado por el Parlamento Europeo, para luego ser ratificado por parte de todos los Estados miembros de la UE y también del MERCOSUR para que, finalmente, entre en vigor.
Ahora bien, una de las principales dudas refiere a si el Presidente Español, Pedro Sánchez tendrá la fuerza política suficiente para avanzar hacia la consolidación del acuerdo. Antes debemos intentar contestar una pregunta fundamental: ¿La UE necesita de los productos y materia prima del bloque sudamericano?
En el marco de la conferencia “América Latina y La Unión Europea ante los nuevos Desafíos Geopolíticos”, llevado a cabo en octubre de 2022 en Buenos Aires, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, manifestó que las empresas europeas han invertido más en América Latina que en China, India, Japón y Rusia juntos. Lo cual habla de un fuerte compromiso europeo para con la región, no obstante, el principal cliente que compra los productos latinoamericanos es China. Para Borrel América Latina no es un problema, ni tampoco la solución a los principales problemas europeas, y por ello es normal que se le preste menos atención. Consultado sobre el intercambio de materias primas entre MERCOSUR y la UE, remarcó que Europa tiene excedente de productos agrícolas, y subrayó que “no necesitan de los alimentos de América Latina”, pero el mundo si necesita que Latinoamérica los alimente y Ucrania, como fuente de materia prima, está en dificultades para hacerlo. La energía renovable, como la electricidad que se produce en el MERCOSUR no puede venderse a Europa y respecto al gas, señaló Borrell, que deben explotarlo y venderlo con urgencia porque en 10 o 15 días años se dejará de comercializar a gran escala.
El acuerdo en discusión entre ambos bloques prevé que la UE liberalizará el 82% de las importaciones agrícolas, mientras que el resto de las importaciones estarán sujetas a compromisos de liberalización parcial y eso hace mucho ruido puertas adentro, sobre todo entre los agricultores de Francia y Austria.
La industria y los servicios relacionados con la agricultura y la alimentación representan más de 44 millones de puestos de trabajo en la UE y solo el sector agrícola da trabajo regular a 20 millones de personas. La Unión Europea proporciona a los agricultores ayuda a la renta o “pagos directos”, que funcionan como una red de seguridad y hacen que la agricultura sea más rentable; garantizan la seguridad alimentaria en Europa; les ayudan a producir alimentos seguros, saludables y asequibles y recompensan a los agricultores por aportar bienes públicos que normalmente no pagan los mercados, como la protección del paisaje y del medio ambiente. La tierra fértil, el clima variado y las capacidades técnicas de sus agricultores, así como la calidad de sus productos, hacen que Europa sea uno de los principales productores y exportadores mundiales de productos agrícolas
Francia y Austria principales detractores del Acuerdo
El sector agrícola francés no está dispuesto a ceder en pos de lograr un acuerdo con el MERCOSUR. Para ellos, abrirse a un conjunto de países que son grandes exportadores agrícolas a precios más bajos que los propios, puede significar una competencia que perjudique su rentabilidad de no ajustarse los desequilibrios que se puedan crear. Sobre la mesa plantean que los productores del MERCOSUR no cumplen los estándares de la UE, especialmente en lo que refiere a los estándares de sustentabilidad. La asociación de agricultores de la UE Copa-Cogeca dijo que el proyecto de acuerdo que se encuentra actualmente sobre la mesa no contiene disposiciones suficientes para abordar el problema.
Por su parte, Austria, ha presentado un documento en el que expone los «efectos negativos del pacto» en la competitividad agrícola y sus «carencias» frente a los esfuerzos exigidos a los productores comunitarios, en el marco del Consejo de Agricultura y Pesca celebrado el pasado 20 de marzo en Bruselas.
El ministro austríaco de Agricultura, Norbert Totschnig, sostuvo en dicho encuentro que la UE no debería abrir su mercado a productos que “no cumplen con las normas estrictas de producción de alimentos”. Por el contario manifestó que la Comisión Europea debe centrarse en la producción agrícola y en un mercado interno que funcione, y que en momentos de «continuas crisis es imperativo reforzar el suministro de alimentos y reducir la dependencia de las importaciones». Según la postura austríaca el acuerdo con Mercosur tendría un especial impacto en la carne vacuna y aves de corral, el azúcar y el bioetanol, ya que sus costos de producción pueden ser de hasta “un 50 % inferiores a los de la UE”, además de plantear nuevas normas sobre etiquetado o incluso cláusulas de salvaguardia.
En los hechos, los ministros de Francia y Austria, reclaman, como forma de garantizar la igualdad de condiciones entre los productores europeos y sudamericanos, introducir cláusulas espejo, o también llamadas cláusulas de reciprocidad. En particular ello significa que la normativa que se aplica en la UE prevista para para el sector productivo sean también aplicables para los productos importados. Para Bernd Lange, presidente de la comisión de comercio internacional del Parlamento Europeo, incluir tales disposiciones en el acuerdo Mercosur en este momento no es factible.
Portugal y Alemania impulsan el Acuerdo
Berlín, parece tener una postura proclive hacia el acuerdo, en particular su Ministro Federal de Alimentación y Agricultura, sostiene que el libre comercio y la protección del medio ambiente pueden complementarse y deben basarse en una fuerte cooperación en materia de sostenibilidad entre la UE y los cuatro países del Mercosur. Ha señalado Özdemir que “más sostenibilidad y un fortalecimiento estratégico de nuestras relaciones comerciales con el acuerdo Mercosur, tenemos la oportunidad de que ambos vayan de la mano”.
Lula da Silva, Presidente de Brasil, aboga por un modelo de desarrollo económico más sostenible y en ello incluye a la selva amazónica definida como el pulmón del planeta. En su visita por Sudamérica, en enero pasado, el Canciller Alemán, Olaf Scholz, ha confirmado que Alemania volverá a contribuir al Fondo Internacional para la Amazonia (creado en 2006 por Lula da Silva), con un nuevo desembolso de 35 millones de euros solo para la protección de la selva tropical brasileña.
En la reciente visita de Lula a Portugal, ambos países se comprometieron a profundizar sus vínculos. Tal es así que el primer ministro luso, António Costa, se ofreció como «punta de lanza» para acelerar el acuerdo UE-Mercosur, remarcando que es una de las prioridades que comparte con el presidente de Brasil. Para Costa dicho acuerdo es “absolutamente estratégico” y «Brasil puede siempre contar con Portugal como punta de lanza para trabajar en la conclusión, tan rápida como sea posible, del acuerdo UE-Mercosur». A la vez, ambos mandatarios remarcaron la importancia en profundizar en multiplicar la balanza comercial entre ambos países.
¿Qué pueden esperar ambos bloques del Acuerdo?
Los países integrantes del MERCOSUR no parecen estar encolumnados tras la concreción de claros objetivos en común. Uruguay abroga por nuevos Tratados de Libre Comercio, pero reconoce sus limitaciones, así como su restringido peso en el tablero internacional. Argentina está próxima a llevar a cabo elecciones presidenciales, renovando también buena parte de su Congreso Nacional y en la mayoría de los distritos provinciales del país, pero todo ello transcurre bajo un contexto económico demasiado complejo con una tasa de inflación anual en torno al 100 %. Paraguay elige nuevo Presidente el 30 de abril próximo y veremos luego si continua la hegemonía del Partido Colorado en el poder y con ello cierta continuidad en su política exterior. Por su parte, Lula en Brasil viene sosteniendo la necesidad de intensificar las discusiones con la UE y firmar el acuerdo para que puedan discutir luego un acuerdo entre China y el Mercosur, y ello responde también a los intereses de Uruguay en avanzar en una TCL con China.
El MERCOSUR es uno de los grupos más cerrados del mundo, y ello tiene sus costes de productividad que los acaba pagando el consumidor. Como hemos observador, el bloque sudamericano puede ver a la UE como a un aliado para posicionarse en el tablero mundial, y así abrirse buscando mercados donde vender sus materias primas, ya no como unos de los principales demandantes de sus productos.
Al eliminar los aranceles bilaterales, las dos partes deberían ganar más capacidad de exportación a un mercado combinado de 780 millones de personas. Pero deben hacerlo prestando atención a los sectores más sensibles, como el agrícola europeo y el sector Industrial, sobre todo automotriz del MERCOSUR. Para los cuatro socios del MERCOSUR, cerrar el acuerdo representa pasar a tener tratados de libre comercio con 23,5% del PBI global.
Más allá de los intercambios comerciales entre ambos bloques, lo que puede ser más significante para los miembros del MERCOSUR es el impacto potencial en términos institucionales que recibirán de entrar en vigencia el acuerdo. Ello les permitirá acceder a un cierto status mundial en términos comerciales, otorgándoles mayor certidumbre legal y mejorando en consecuencia las inversiones privadas y públicas en la región. Y ello va de la mano de los acuerdos de cooperación global que se lleguen a profundizar entre ambos bloques. Sin dudas el acuerdo sería muy beneficioso a mediano y largo plazo el MERCOSUR y a la UE les permitirá alinear a un bloque Latinoamericano de casi 300 millones de personas hacia los intereses de occidente; seduciendo, en consecuencia, al vecindario e impidiendo una mayor influencia en la región por parte de China y Rusia, dos países que no comparten, en lo más mínimo, los valores democráticos de occidente.