Honduras publicó la ruptura de las relaciones diplomáticas con Taiwán el pasado 26 de marzo, reconociendo la política de una sola China y comenzando su proceso de apertura de relaciones con China continental. Con esto, la lista de países que reconocen a Taiwán como territorio independiente se redujo a 13, siendo 7 de estos países de la región latinoamericana. El giro del apoyo hacia China lleva varios años fortaleciéndose y forma parte del proyecto de China para la construcción de alianzas internacionales. China lleva varios años atrayendo a los pocos socios que Taiwán tenía con paquetes de ayuda económica e incentivos de inversión. Sin embargo, estos paquetes de apoyo vienen de un socio al que poco le importa la construcción y fortalecimiento de la democracia en la región. Latinoamérica es una región que tambalea con claros retrocesos democráticos en los últimos años. Específicamente, la región centroamericana es un caso donde poco a poco se han logrado consolidar regímenes autoritarios. El reciente cambio de política en Honduras tiene incentivos políticos, más que económicos. Sin duda, debe preocuparnos las nuevas alianzas entre China y los líderes autoritarios en la región, pues alimentan sus comportamientos antidemocráticos. Es importante reflexionar sobre las implicaciones que genera cambiar a un aliado democrático por uno autoritario. ¿Qué mensajes deja a la comunidad internacional? ¿Cómo pueden aprovechar los gobiernos que apoyan a China este cambio?
La ayuda de China, al igual que las de otros países, siempre está condicionada. Cuando los paquetes de apoyo se dan entre países se piden cambios o apoyo a ciertas políticas. Por ejemplo, con un aliado que pretende promover ambientes democráticos en el país, se puede condicionar la demanda de mejoras en su desempeño. Sin embargo, cuando la ayuda proviene de un aliado al que no le interesa construir democracia y pretende construir un frente antidemocrático de alianzas internacionales las mejoras de las condiciones de la población, que usualmente se logran bajo democracia, se verán reducidas. Se puede esperar que en Honduras se genere esta reducción de condiciones y retroceso democrático tal como en El Salvador y Nicaragua han experimentado. No es que la ayuda de China cause este comportamiento, pero sin duda, su apoyo económico permite costear los proyectos que, por el momento parecen inclinar la balanza ante un autoritarismo “que rinde frutos”. Por otro lado, el apoyo a nivel internacional de este aliado autoritarios es significativo. Estamos hablando del caso centroamericano, donde muchos gobiernos ya tienen presión y han sido condenados públicamente por Estados Unidos. Además, una región donde un regímenes autoritarios, como el de Daniel Ortega en Nicargua o Nayib Bukele en El Salvador logran fortalecerse gracias a la relación con China. Esto les brinda a los líderes como una mano con la cual presionar de regreso a Estados Unidos. La amenaza de tener a China cada vez con influencias más cerca de sus fronteras es suficiente para poder aprovechar su posición. Al unirse, China logra proyectarse y darle fuerza en la región a El Salvador, Honduras y Nicaragua contra Estados Unidos. Actualmente, el poder de China en la región es mayor que el de Estados Unidos.
A pesar de que las consecuencias de esta alianza con Honduras son preocupantes, la región europea y Estados Unidos están encerrados en sus propias crisis domésticas (por el momento) como para poner atención a la región. Noticias como las recientes quiebras en Estados Unidos han asustado a los políticos que estarán presionando internacionalmente, pero en momentos de crisis domésticas la atención al exterior no es prioridad. Europa se encuentra en el manejo del pánico en Deutsche Bank derivado de las secuelas en Estados Unidos, y, por lo tanto, también dirige su atención hacia su interior. Muchos problemas domésticos en las diferentes regiones que apoyan la democracia, o por lo menos antagonizan el crecimiento del autoritarismo, no permiten dirigir atención a la región latinoamericana durante momentos fuertes.
Sin embargo, hay un mensaje dirigido hacia la comunidad internacional: este tipo de alianzas son una preocupación. Es un hecho que la cantidad de autocracias que existen a día de hoy es mayor. Esto quiere decir que más gente alrededor del mundo vive bajo “menos” democracia. No obstante, este proceso no es lineal. Una vez se cae de una democracia a una autocracia, sí se puede rescatar la democracia. Para eso el apoyo ciudadano es necesario; la presión internacional y mecanismos de presión económica incluso pueden ser necesarios en casos extremos. Si bien, lo antes mencionado es un conjunto de factores que presionan a los países para fortaceler su democracia, sin duda, lo más importante es la capacidad de supervivencia que estos nuevos líderes autoritarios logren consolidar. Xiomara Castro es una presidente que ha logrado ganar popularidad por sus promesas de campaña y refundación de la patria como proyectos de gobierno. Para muchos hondureños sus promesas parecen ir por buen camino, pero no hay que olvidar cómo empezó el proyecto de Nayib Bukele en El Salvador. Líderes populares (populistas) que comenzaron como “la buena opción” y terminan consolidando su poder y perpetuando mecanismos antidemocráticos y de represión.
Los líderes autoritarios comienzan ganando popularidad y apoyo de la gente, pero cuando los malos resultados sobrevengan, esa popularidad vendrá abajo. Un líder impopular, pero que ha logrado consolidar su poder, puede tomar decisiones para seguir adelante con sus proyectos, sean estos de beneficio o no para los ciudadanos. Es en estos momentos que los acuerdos con países como China, que no exigen alguna clase de medidas o rendición de cuentas para respetar los derechos de los ciudadanos, se vuelven peligrosos. La potencia asática es un aliado que está dispuesto a apoyar económicamente las decisiones que se tomen, incluso si estas decisiones conllevan la represión. Todavía es muy temprano para poder determinar hasta dónde llegará el gobierno de Castro, pero de momento está formando un escenario poco favorable para la consolidación democrática de Honduras. China es un aliado dispuesto a dar grandes cantidades de dinero si esto le garantiza el control sobre sus países aliados, independientemente de las consecuencias. No obstante, este dinero viene a cambio de apoyo y por supuesto con una trampa de deuda.
El apoyo que los países latinoamericanos le brindan a China está acompañado de una promesa de inyección económica, que puede no ser la más adecuada para la situación política de la región. Por ejemplo, Xiomara Castro prometió en campaña la ruptura de relaciones con Taiwán para darle más oportunidades económicas al país. Sin embargo, es una líder que ha apoyado abiertamente a países y regímenes autoritarios como Nicaragua, Cuba, Venezuela o Perú. La ruptura de las relaciones con Taiwán tiene implicaciones económico y político. Por ello, tener de aliado e inversor a un régimen que no exige rendir cuentas, respeto por procesos y no sigue los valores democráticos, retroalimenta las propias tendencias autoritarias de los líderes. Así como ha pasado con los vecinos de Nicaragua y El Salvador, las inversiones extranjeras chinas han estado acompañadas de un incremento en las prácticas autoritarias de sus líderes. Las carreteras, estadios y puertos son “buenos paquetes de apoyo”, pero serán a cambio del fantasma del autoritarismo en los países latinoamericanos.