“Unidad en la Diversidad” fue el lema utilizado para el desarrollo del Seminario Internacional organizado por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en conjunto con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el pasado 18 de agosto, en la ciudad de Buenos Aires.
La agenda contó con la presencia del Presidente Alberto Fernández, como anfitrión del evento, junto a su par de México, Andrés Manuel López Obrador (de forma remota), exmandatarios de América Latina, como Ernesto Samper (Colombia), José “Pepe” Mujica (Uruguay), Vinicio Cerezo (Guatemala) y también de España con la presencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Participaron también funcionarios y exmandatarios, como el exministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, el Director General de la Organización de Estados del Caribe Oriental, Didacus Jules, el Presidente Ejecutivo de la CAF, Sergio Díaz Granados y senadores de Chile y México.
Durante los tres paneles que se llevaron a cabo y en el cierre del evento, la mayoría de los expositores coincidieron en la necesidad de reformular la integración regional y en ese sentido, dotar de mayor “músculo” a la CELAC. Samper enfatizó en la necesidad de fortalecer al organismo, el cual cuenta con 33 países de la región, otorgándole mayor capacidad de acción, apoyo técnico y financiación propia, y propuso la creación de un Secretario General, como figura que represente al organismo. Por su parte, Sergio Díaz Granados enfatizó en igual sentido, planteando la institucionalización de la CELAC como mecanismo intergubernamental para el diálogo y la concertación. Granados manifestó que el rol del Banco de Desarrollo debe ser el de ayudar a completar las obras de infraestructura, para la integración regional y mejorar la conectividad, mediante proyectos binacionales y regionales, sobre todo entre las fronteras de los países miembros.
Lo que aún sigue siendo materia pendiente, es definir el camino u hoja de ruta para alcanzar la anhelada integración. Si bien la CELAC podría ser un punto de partida, a su turno el Senador por la República de Chile, José Miguel Insulza, ilustró con buena dosis de realismo, que hoy el organismo no es una institución sino una reunión y sigue desarrollándose como tal. A la vez, destacó la necesidad de avanzar hacia un tratado fundacional que le otorgue institucionalidad, es decir, personería jurídica. Insulza también destacó que “la integración es un desafío en un mundo en cambio”, es esto, frente a la cuarta revolución industrial y sobre todo la batalla por quién la conduce y con ello el manejo de las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, internet de las cosas, la robótica, entre otras.
Nostálgica evocación a la UNASUR
A su turno, muchos de los expositores como Alberto Fernández, Ernesto Samper, Celso Amorim y Alicia Bárcena evocaron la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Elogiaron sus principios fundacionales, los supuestos avances que había desplegado el organismo en la región y con ello plantearon la necesidad de su resurgimiento. Estas expresiones de deseos integracionistas, parecen obedecer más a una reminiscencia cargada de nostalgia, que se remonta a una época y a un contexto político y económico de la región determinado, que a una concreta voluntad política de unión.
Cabe aquí hacer un breve repaso, destacando que durante buena parte de la primera y segunda década del presente siglo, la región viró hacia la izquierda y centro-izquierda. En dicho contexto, en 2008, se lanzó UNASUR como un nuevo sistema de integración y a pesar del alineamiento ideológico de los gobiernos de turno, ello no bastó para que el entonces nuevo sistema de integración prosperara y lograra la ansiada integración. Los principales mandatarios y exmandatarios del seminario expresaron, a viva voz, su deseo de que Lula gane las próximas elecciones de Brasil e hicieron expresa referencia a los gobiernos afines que gobiernan en la región desde poco tiempo, tal como el caso de Boric en Chile y la reciente asunción de Petro en Colombia.
Cuba, Venezuela y Norteamérica presentes
El cierre del Seminario contó con un breve discurso del presidente mexicano, Andrés López Obrador, quien ocupó buena parte del mismo intentando explicar por qué su país avanzó en Tratados de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá. Expresamente, hizo referencia a la extensa frontera, de unos 3180 km, que une México con los Estados Unidos y los 40 millones de mexicanos que trabajan en dicho país. Con pedagogía y practicidad explicó, que para poder competir con otros países y bloques, es necesario hacer un gran bloque, donde la política intervencionista de otras naciones debe cambiar y se debe trabajar en pos de una gran unidad. Manifestó que podría ser una utopía, pero claramente dejó trascender que Norteamérica es un gran socio estratégico para su país y en igual sentido podría serlo para el resto del continente.
En su alocución, Alberto Fernández no estuvo exento de evocar los regímenes autoritarios de Cuba y Venezuela, manifestándoles su apoyo al pronunciar que en la región “tenemos dos países bloqueados y eso es imperdonable” haciendo expresa alusión hacia ambos países, a la vez que solicitó terminen los bloqueos, de esta forma para el mandatario argentino, Cuba hubiera podido acceder a financiamiento para producir y exportar vacunas frente a la pandemia del COVID-19.
En otra parte de su discurso, Fernández, hizo expresa referencia a “la invasión de Rusia sobre Ucrania”, locución pocas veces enunciada, ya que al igual que sus pares prefieren hablar de conflicto, pero acto seguido fustigó contra los “promotores pasivos de la guerra” aquellos que “no mandan tropas, pero mandan armas y dejan que toda esa zona se recaliente, que el conflicto escale y que las vidas se sigan perdiendo”. Lo particular de la política exterior argentina es que, el mismo día que su Presidente cerraba de esta forma el Seminario Internacional de la CELAC, su Ministro de Economía, Sergio Massa, participaba de la Conferencia Anual del Consejo de las Américas, planteando una hoja de ruta vinculada al libre comercio y la democracia, junto a influyentes empresarios locales y el embajador de los Estados Unidos en Buenos Aires. Jano, el dios romano representado por dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil en direcciones opuestas, parece ser la mejor representación que sintetiza la política exterior de argentina.
Cumbre CELAC – UE
Trascendió a los medios, que Alberto Fernández, en su rol de Presidente Pro Témporte de la CELAC, se encuentra organizando una reunión conjunta de Ministros de Relaciones Exteriores entre los países de la CELAC y la Unión Europea para el próximo mes de octubre y buscaría luego, avanzar hacia una Cumbre de Jefes de Estado en 2023 coincidiendo con la Presidencia Pro Témpore de España en la UE. Más allá de las diferencias que pudieran existir entre los mandatarios y cancilleres de ambos bloques, puede que el pragmatismo se imponga y se concreten dichos encuentros. Ello obedece al álgido contexto global actual, marcado por la guerra de Rusia contra Ucrania, el aumento de las materias primas y la urgente necesidad de garantizar suministros esenciales, sumado a contextos inflacionarios y al fantasma de la recesión económica, y en ello reside la premura en el trazado de nuevas estrategias geopolíticas.
Más allá de los posibles acuerdos que pudieran surgir de dichos encuentros, es importante mencionar que sería una buena ocasión para que la UE comience a mirar, con mayor interés, a América Latina y el Caribe, buscando sumar nuevos lazos de cooperación y asistencia recíproca. En pos de ayudar en la reactivación de la región (pos Covid-19) y en contrarrestar el peso económico y comercial, que ya ejercen en la región China y Rusia. Es en este contexto, que la UE y también los Estados Unidos y Canadá deben reforzar sus lazos con América Latina y el Caribe, en donde los Estados latinoamericanos y del caribe ocupen un rol destacado en la preservación de los sistemas democráticos y en el fortalecimiento de los valores republicanos de gobierno.
Voluntad política; condición indispensable de integración
En definitiva, podemos coincidir con la definición de Didacus Jules, Director General de la OECO, cuando afirmó que “cada movimiento de integración es tan fuerte y resolutivo como la voluntad política que lo conduce”. Es decir, el éxito o fracaso de estos nuevos intentos de integración dependerán, en gran medida, de la voluntad política de sus mandatarios. Como muchos de los expositores señalaron, buscan partir del reconocimiento a la diversidad económica, política y social de cada uno de sus miembros, pero olvidan llevar a la práctica, que solo será posible alcanzar un objetivo de integración común, si lo hacen respetando y trabajando por encima de sus diferencias ideológicas, despojándose del vetusto ropaje caudillista que tanto aún utilizan.