La LX Cumbre del Consejo de Mercado Común (CMC) y de Jefes de Estados del Mercosur y Estados Asociados, se llevó a cabo en Paraguay, el 20 y 21 de julio, bajo la Presidencia Pro Tempore de dicho país, luego de dos años de haberse interrumpido su presencialidad a causa de la pandemia.
Desde lo estrictamente técnico, se acordó la reducción del arancel externo común en un 10%, que en palabras del presidente del Paraguay Abdo Benítez “se trata del principal instrumento de política comercial del bloque regional y tiene como finalidad fomentar la competitividad de los sectores productivos”; reclamo que ejercía desde tiempo el estado de Brasil.
En lo que refiere a los acuerdos de bloque con terceros países, el CMC pudo dar a conocer el primer acuerdo comercial del bloque con un país del sudeste asiático, celebrando la culminación de las negociaciones comerciales con la República de Singapur. Además, se dio a conocer el inicio de los trabajos preparatorios para un acuerdo de asociación económica con Indonesia y el retorno a las negociaciones con Canadá, la República de Corea y la profundización de los acuerdos en vigor con Israel.
En la reunión de Jefes de Estados no hubo la tensión extrema que se esperaba, debido a la decisión del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou de avanzar en un tratado de libre comercio (TLC) con China. Por su parte, los presidentes de Argentina, Alberto Fernández y del Paraguay Abdo Benítez, dieron a conocer sus posturas en contrario de que un país del bloque pueda realizar este tipo de acuerdos unilateralmente. Fernández expresó que “no deben ilusionarnos los proyectos individuales; días atrás, Abdo Benítez, ya había manifestado que un acuerdo individual de Uruguay con China distorsionaría la relaciones comerciales dentro del bloque, ya que sería muy difícil competir con los precios de los productos de origen Chino. Así mismo, el canciller de Argentina, remarcó que es legalmente incompatible a la luz de los tratados y acuerdos firmados en el seno del bloque. No obstante, Lacalle Pou demandó flexibilizar y modernizar el Mercosur y enfatizó que negociarán como bloque o avanzarán individualmente.
Más allá de los intentos del presidente uruguayo en avanzar en un TLC con China, no podemos dejar de señalar que, remotamente y en el contexto mundial actual, su presidente Xi Jinping tenga intenciones de crear demasiados conflictos directos con sus principales socios del bloque, es decir con Argentina y Brasil. La geopolítica y el peso de las relaciones comerciales pueden inclinar la balanza hacia los socios mayoritarios del Mercosur o bien, Xi Jinping a través de Uruguay, termine forzando el inicio de tratativas para un acuerdo comercial de todo el bloque hacia su país. De avanzar un acuerdo comercial de este tipo, se consolidaría la estrategia de China como principal socio comercial del bloque sudamericano. Por el momento se desconocen las condiciones que pueda llegar a imponer China, pero muy probablemente pretenda destruir escollos que no son de su agrado, por ejemplo solicitando la ruptura de las relaciones diplomáticas y acuerdos que tiene Paraguay con Taiwán (isla reclamada por China como de su territorio).
Si bien la LX Cumbre marcó el retorno a la presencialidad y con ello el tradicional traspaso del martillo (insignia) de la Presidencia Pro Tempore saliente, Paraguay a la entrante, Uruguay; el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro no asistió y brindó discurso telemático. No solo faltó la presencia de uno de los Jefes de los Estados Parte, sino que también estuvieron ausentes varios principios y valores democráticos de los cuales, presumen en sus discursos, los mandatarios, cancilleres y voceros de los Estados Parte.
Días antes de la cumbre, trascendió que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski solicitó participar, interviniendo con un discurso de la misma forma que ya lo ha realizado ante diversos parlamentos, ante Naciones Unidas, la OTAN, G7 y en múltiples foros como el Económico Mundial. La decisión de los mandatarios del Mercosur, decisiones que se adoptan por unanimidad, fue de no permitir que Zelenski participara. Si bien se desconoce quién o quienes se opusieron, lo cierto es que, al día de hoy, Brasil mantiene su neutralidad respecto a la guerra y prioriza sus relaciones comerciales con Rusia; de hecho, en su breve intervención telemática, Bolsonaro defendió el abastecimiento de fertilizantes para el sector agropecuario brasileño, insumos que importan principalmente de Rusia. No menor es la influencia que ejerce China sobre Uruguay y Argentina y la íntima relación que vanagloria poseer Fernández con Putin.
El hecho concreto de no haber aceptado o más bien haber impedido la participación de Ucrania, muestra al Mercosur como un bloque indigente de valores democráticos y escaso defensor de la soberanía de los estados; desaprovechando las acciones que podrían implementar como proveedores de alimentos en un contexto mundial que los demanda con urgencia, siendo el bloque una de las regiones más productivas de materia prima del planeta. Más aún, en los documentos finales aprobados por el CMC, escritos poco pragmáticos, siendo más bien, expresiones de deseos difusos, diversos y complejos; en la parte que refieren a la guerra en Ucrania, evitaron utilizar la palabra “guerra” e hicieron referencia al término “preocupación por el conflicto en Ucrania”, sin más.
En general los Jefes de los Estados Parte y los de Estados Asociados, remarcan la necesidad de la integración, y sostienen la idea de profundizarla, pero poco hacen para materializarlo. Tampoco diseñan una hoja de ruta que permita convertir una loable expresión de deseo en un objetivo realizable. Los propios mandatarios del bloque, reconocen que solos es más difícil y que su capacidad de negociación, actuando individualmente, es más débil.
El concepto de integración y de bloques económicos/políticos se está consolidando en el actual contexto internacional y es allí donde el Mercosur tiene grandes desafíos. Por ejemplo, en la adopción de una estrategia de producción y comercialización de su materia prima, ante un mundo en vilo por la guerra de Rusia contra Ucrania y el impedimento de comercialización de granos en Ucrania por parte de Rusia, a pesar de los acuerdos firmados. Por otro lado, avanzar en la superación de los efectos post Covid-19 y en ello la adopción de medidas en conjunto para afrontar la escalada inflacionaria de precios en bienes y servicios que se registran a nivel internacional.
Por último, los grandes temas que aún no encuentran espacio en la agenda del Mercosur siguen siendo: las reformas tributarias; de legislación laboral y de los sistemas de seguridad social, todas reformas necesarias. El bloque urge de una estrategia de integración, en torno a la cual, el Mercosur tenga razón de ser.